lunes, 24 de mayo de 2010

COMPORTAMIENTO CONTRAINTUITIVO DE LA NATURALEZA


La evolución humana no nos ha capacitado para entender el funcionamiento de la Naturaleza; lo más que podemos esperar del conocimiento de ella es una aproximación aceptable.
Siempre viene bien recordar en relación con la Naturaleza que somos juez y parte; somos como las hormigas, las bacterias, los vampiros, etc., una minúscula fracción más de ella y cuanto antes no demos cuenta mejor para todos.
Los sistemas en que dividimos la Naturaleza, ya que toda de golpe es como si se nos cayera el cielo sobre la cabeza; son principalmente procesos no lineales. Los sistemas no lineales no los comprendemos y por tanto lo que conseguimos con nuestras acciones la mayoría de las veces es cagarla; es decir provocamos exactamente los resultados opuestos a los deseados. Un buen ejemplo es la política económica del gobierno español.

Vamos a intentar explicar esta afirmación con un caso de libro: los ciervos de la Meseta de Kaibab.



La Meseta de Kaibab se encuentra en el norte de Arizona (USA) cerca del Gran Cañón del Colorado, con una extensión de 1.000.000 acres. En 1907 el Presidente Theodore Roosevelt tomó la decisión de crear la Reserva Nacional de Caza del Gran Cañón, la cual incluía la Meseta de Kaibab, con la prohibición absoluta de cazar.
En 19007 la población de ciervos era escasa alrededor de los 5.000 por la caza unida a la acción de los depredadores: lobos, pumas, coyotes y linces. La unión de ambos factores impedía el aumento del número de ciervos.
Además se siguió la política de dar una recompensa para incentivar la caza de los depredadores naturales del ciervo. En un breve plazo fueron exterminados. Viene bien aclarar que la alimentación principal de los grandes depredadores no eran los ciervos, entre otras cosas porque son difíciles de cazar; como mucho podemos estimar que cada depredador cazara a lo sumo unos tres ciervos al año.
Con la prohibición de la caza y la extinción de los pumas y de los demás enemigos naturales del ciervo, la población empezó a crecer muy rápidamente; para regocijo de todos. La manada de ciervos se incrementó desde los 5.000 antes de 1907 a unos 50.000 en unos 15 años. Este enorme incremento produjo un pastoreo abusivo y la consiguiente degradación del hábitat.
Al agotar la comida disponible en la meseta empezó el calvario de los cérvidos. Durante los inviernos de 1924 y 1925 murió casi el sesenta por ciento de la población de ciervos de la meseta. La población de ciervos continuó disminuyendo durante los siguientes años, y finalmente se estabilizó en unos 10.000 hacia 1940.
La subalimentación hizo que los animales murieran en gran número debido a enfermedades y parasitosis.

Este ejemplo pone de manifiesto el comportamiento contraintuitivo de la Naturaleza; lo lógico es que al eliminar sus depredadores los ciervos aumentaran, como sucedió, y este aumento se mantuviera en el tiempo, pero esto último no ocurrió. Los gestores se lucieron; los ciervos incrementaron su número exponencialmente para luego caer en picado y estabilizarse en un valor el doble del inicial, pero a costa de reducir la biodiversidad al eliminar a los depredadores y degradar considerablemente el entorno.

Observamos que un territorio sólo puede alimentar a un número determinado de individuos según sea su capacidad límite y los recursos alimenticios primarios ofrecidos por la vegetación. Desde que se sobrepasa la capacidad límite la catástrofe está al caer; la degradación de la cubierta vegetal, la erosión del suelo y las epizootias de animales son sólo sus consecuencias.

Los depredadores son necesarios por su papel en la limitación de las poblaciones de sus presas. Eliminan principalmente a los animales enfermos (evitando epidemias), lisiados y viejos con lo cual mejora el estado de las poblaciones. Esta regulación en el número de determinados animales impide que estos se conviertan en plagas. Al estar controlada su abundancia comen mejor, están más sanos y no degradan el medio.

El problema que tenemos es que la mayoría de los predadores están en vías de extinción y no pueden ejercer su función ecológica, con lo que se producen disfunciones en la biocenosis y deterioros en los biotopos que desajustan los equilibrios biológicos.
Una inmensa cantidad de los planes para proteger a los depredadores en vías de extinción no sirven de nada; bueno para que los responsables de ellos vivan mejor que lo que se merecen y encima de todo se crean que son los salvadores del planeta.

Este es el caso del Lince Ibérico; después de no se sabe cuantos millones de € gastados, programas europeos de conservación,  mogollón de artículos científicos publicados que han supuesto putear a los linces en libertad todo lo posible porque había que capturarlos con el riesgo de herirlos o matarlos para tomarles muestras, ponerles collares con antenas que limitan su actividad y su capacidad de mimetización;  y a día de hoy no se sabe ni cuantos linces hay. Más de uno murió por esta causa, en alguno de estos lances la muerte fue motivada por el hambre y la sed debido a la desidia de sus captores al olvidárseles que tenían que ir a recogerlos de las trampas. Durante años se usó cepos acolchados para apresarlos, que dejaron heridos, mutilados o lesionados según parece al 60 %  de los que cayeron en los cepos.


El lince sigue en grave peligro de extinción y el gran éxito que se ha cosechado es que parece que se pueden crear granjas de linces e ir repoblando según interese como con las truchas.
En definitiva al Lince Ibérico no se lo ha protegido se lo ha investigado como si fuera una cobaya de laboratorio. Su odisea empezó en Doñana y cuando ahí no hubo suficientes se fue a por los linces de Sierra Morena que subsistían aceptablemente a su bola, incluso dentro de cotos de caza. Con la justificación de los programas de cría en cautividad lo que se ha hecho ha sido robar linces de su medio natural, para según parece poner en funcionamiento estas granjas y a lo mejor dentro de unos años, la carne de lince estará en las cartas de los restaurantes de diseño en los que los platos de la vajilla estarían mejor colgados de las paredes en las casas de los horteras.


Como la reintroducción de predadores es difícil de conseguir y no está bien vista; me imagino lo que podría pasar si se les ocurriera introducir el lobo en Sierra Nevada.
La única solución que queda es ser nosotros los que ocupemos ese nicho ecológico, para lo cual estamos muy bien diseñados. Desmond Morris afirma en su libro “El hombre desnudo” que el macho humano es la especie animal que ha tenido mayor impacto sobre el planeta; pues por una vez utilicemos esa capacidad con inteligencia. Se me olvidaba, a partir del invento de la pólvora la hembra humana tiene la misma capacidad de depredación. Si no me creen, les recomiendo que vean Memorias de África.

Vivimos en una época que la mejor manera de conservar el medio natural consiste en la explotación racional de los recursos y una de ella, nos guste o no, es la caza controlada.
No soy cazador y la pólvora me gusta en los fuegos artificiales. Desde mi más tierna infancia mantengo una duda filosófica que aun no he podido resolver y esta es: ¿Quién es más embustero un cazador o un pescador?

MODELO DINÁMICA SISTEMAS KAIBAB
Voy a utilizar un modelo de dinámica de sistemas para explicar el comportamiento de los ciervos en la Meseta de Kaibab. El modelo está tomado del libro “Teoría y ejercicios prácticos de Dinámica de Sistemas” de Juan Martín García. El modelo es el caso 2 titulado: “Ecología de una reserva natural”.


Diagrama causal
Diagrama de flujo



Datos de partida

  • Número ciervos 5.000
  • Número de depredadores 500. Consideramos que todos los depredadores son pumas
  • Eliminamos los 500 pumas en el año 1907
  • Reintroducimos los 500 pumas en 1936
  • Área 1.000.000 de acres
  • Densidad ciervos inicial 200 acres/ciervos
  • Pasto inicial 100.000 toneladas
  • Suplementamos pasto durante los años 1930 a 1936
  • Pasto por ciervo inicial 20 toneladas
  • Ciervos cazados por puma iniciales 2 ciervos/año
Simulación     
Al ejecutar el modelo, el número de ciervos sigue un comportamiento análogo a lo que sucedió en la meseta Kaibab. El número de ciervos permanece constante para posteriormente aumentar exponencialmente con la extinción de los pumas hasta que el pasto escasea y provoca la disminución de la población de ciervos; que finalmente se estabiliza en torno a los 12.000 ejemplares.
Se puede observar una caída drástica en la cantidad de pasto disponible que no se recupera a pesar del descenso tan acusado en el número de ciervos; pasando de 100.000 toneladas a unas 12.000. El exceso de ciervos ha provocado la disminución de la productividad primaria indicando que ha tenido lugar una degradación considerable del hábitat. La productividad primaria neta es una medida de la tasa a la cual los productores primarios almacenan energía en forma de materia, que luego queda a disposición de los consumidores primarios. El productor primario, en tierra, es principalmente una planta y el consumidor primario un herbívoro.





Vamos a ver que sucede cuando reintroducimos los pumas en el año 1936. 



Se puede observar como disminuye el número de ciervos pasando de unos 12.000 a unos 11.000 y al disminuir el número de ciervos aumenta la cantidad de pasto disponible; que crece de 12.000 a 13.500 toneladas. Al decrecer el número de ciervos por la caza de los pumas se incrementa la productividad primaria de la meseta.

Voy a juguetear un poco con el modelo, para ello voy a permitir la caza controlada de ciervos por el hombre.
 El nuevo diagrama de flujo es:





Las hipótesis que voy a emplear son:

Ø      No hacemos nada. Nombre simulación Los dejamos a su bola.
Ø      Suministramos forraje desde el año 1930 al año 1935. Nombre simulación Suministro forraje.
Ø      Reintroducimos 500 pumas en el año 1936; más forraje como en la simulación 2. Nombre simulación Reintroducción 500 pumas 1936.
Ø      Permitimos cazar 1.500 ciervos/año a partir de 1936, más reintroducción pumas y suministro de forraje. Nombre simulación Caza 1500 ciervos.
Ø      Permitimos cazar 2.250 ciervos/año a partir de 1936, más reintroducción pumas y suministro de forraje. Nombre simulación Caza 2250 ciervos.
Ø      Permitimos cazar 2.500 ciervos/año a partir de 1936, más reintroducción pumas y suministro de forraje. Nombre simulación Caza 2500 ciervos.





A partir del análisis de las simulaciones podemos inferir que:
o       El suministro de forraje produce un aumento apreciable en el número de ciervos; que es deseado.
o       La reintroducción de pumas ocasiona una leve disminución en el número de ciervos  y un aumento en la cantidad de pasto disponible.
o       Permitir cazar al hombre controladamente hace que el número de ciervos decrezca y aumenta el pasto disponible. Se puede observar que a partir de un determinado valor de ciervos cazados al año por el hombre se produce la extinción de la población de cérvidos.

Con estos datos suministrados por las simulaciones me decantaría por la simulación Caza 1500 ciervos que es una opción conservadora. Cazar 1.500 ciervos al año, suministrar forraje durante 6 años y reintroducir pumas nos estabiliza la población de ciervos en un 40 % por encima del valor inicial. Además conseguimos revertir la degradación del hábitat al aumentar la productividad primaria en 115 % del valor de partida. 


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